Con el corazón roto, muchos judíos se resignan a abandonar Odesa
Obligados a volver al exilio, como tantas veces en su agitada historia, decenas de judíos abandonan cada día su querida Odesa, la ciudad del mar Negro impregnada de cultura e historia judías, lamentando la "desintegración" de su comunidad.
Todos los días, al amanecer, se reúnen frente a la estación y suben a los autobuses que se dirigen a Moldavia o Rumanía. Algunos irán hasta Alemania, a Estados Unidos y muchos a Israel.
Entre ellos hay muchas personas mayores. Son la memoria de la historia judía en Ucrania y saben que no volverán.
Algunos ya han vivido el exilio, como Galina Dimievitch, de 87 años, "una niña de la guerra" que huyó de los nazis con sus padres en 1942, y que ahora regresará a Israel para reunirse con uno de sus hijos.
Su marido murió el 24 de febrero, el día de la invasión rusa de Ucrania. "Doy gracias a Dios por no haber visto esto", suspira esta mujer que fue ingeniera. La víspera de su partida se instaló en un pequeño y destartalado hotel de Odesa, donde se reúnen los judíos que se van.
"Hoy tengo que dejar la tierra de mi marido y de mis padres, dejar atrás sus tumbas", añade la anciana, originaria de Mykolayiv, una ciudad bajo el fuego ruso 100 kilómetros más al este.
"Recuerdo que mi madre me contaba cómo tuvieron que huir de los nazis. Supongo que ahora me siento igual que ella", dijo Clara, de 72 años, que el jueves está en la lista de evacuación.
- "Desintegración" -
Odesa, la principal ciudad portuaria ucraniana, fundada por la emperatriz rusa Catalina II, albergó una gran comunidad judía hasta la década de 1940, cuando fue diezmada por las masacres y las deportaciones.
Antes de la invasión rusa aún vivían en esta ciudad de un millón de habitantes unos 40.000 judíos, según estimaciones del rabino Avraham Wolff, líder en Odesa de la comunidad ultraortodoxa Jabad.
Desde el comienzo de la guerra, alrededor del 20% ya se ha marchado, dijo el rabino a la AFP desde Alemania, donde acudió unos días para supervisar las evacuaciones.
"Este es uno de los momentos más difíciles de mi vida, ver esta desintegración de la comunidad judía. Y ocurre en un momento en que empezaba a desarrollarse de nuevo, con guarderías, escuelas, orfanatos, una universidad", dice.
"El dolor es muy grande, pero ahora lo único que importa es sacar a los judíos de Ucrania y salvarlos", añade. Varias asociaciones comunitarias están trabajando para reunir a los que quieren irse y organizar las evacuaciones.
- "Legado judío" -
La centenaria sinagoga Jabad de Odesa, cerrada durante el periodo soviético, solía acoger hasta 150 fieles al día antes de la guerra. Ahora solo vienen dos o tres personas a rezar, "por Ucrania".
Olexsander Klimanov, de 64 años, un jubilado que lleva una gorra gris, es uno de ellos. Su familia fue evacuada, pero él se quedará.
"Toda mi vida está en Odesa, soy viejo, no puedo adaptarme como los jóvenes, aprender un nuevo idioma", asegura. "No es la primera vez que vemos a los judíos emprender el camino del exilio", explica, recordando la discriminación y la emigración masiva de los judíos en tiempos de la URSS.
Pero marcharse significa abandonar una historia, unas raíces y un patrimonio judíos que hacen que esta ciudad y su región sean únicas para la comunidad.
Aquí nacieron o vivieron importantes personajes, como el poeta Haim Byalik o el padre de la derecha nacionalista israelí, Vladimir Jabotinsky. La ciudad tiene un enorme cementerio judío.
"Tenemos que preservar el legado", dice Anna Bartaret, una madre a punto de ser evacuada con sus dos hijas pequeñas, de ocho y diez años, muy implicada en la comunidad judía de Mykolayiv.
"Putin es un enfermo", asegura esta directora de marketing, que no quiere ser evacuada más allá de Moldavia, para poder "volver andando a Ucrania cuando todo acabe".
H.Jimenez--LGdM