El calvario de las conversiones religiosas "unilaterales" en Malasia
Loh Siew Hong, una joven malasia, afirma que su esposo abusó brutalmente de ella, golpeándola en la cabeza y rompiéndole un tobillo, antes de huir con sus hijos y convertirlos al islam.
Tras una larga batalla en los tribunales y mucho sufrimiento, la justicia falló a su favor y en febrero Loh pudo finalmente reunirse con sus hijas gemelas de 14 años y su hijo de 11.
"Fue una tortura para mí", contó a la AFP la mujer de 35 años sobre el tiempo que estuvo apartada de sus hijos.
"Me preguntaba si mis hijos tenían suficiente comida, si dormían bien. Me preocupaba que mi exmarido los golpeara y torturara como hacía conmigo", agregó.
Es el último caso de la llamada "conversión unilateral" al islam en la multiétnica Malasia, donde un padre convierte al hijo a su religión sin consultar al otro.
El tema se volvió un campo de batalla entre los islamistas de línea dura y quienes buscan defender los derechos de las minorías.
Malasia, país del sudeste asiático de 32 millones de habitantes, es un caleidoscopio de religiones y grupos étnicos.
Los malasios musulmanes son más de 60% de la población, mientras que un cuarto de los habitantes son de origen chino y existen importantes minorías, en particular la minoría india.
Aunque las comunidades suelen convivir armónicamente, algunos advierten que décadas de políticas favorables a los malasios han tensado las relaciones, mientras que la versión tradicionalmente moderada del islam en el país pierde terreno ante una creciente radicalización.
- "¿Por qué lo hacen?" -
En 2018, el asunto había quedado, al parecer, superado, luego de que la Corte Federal, la instancia judicial superior de Malasia, dictaminara que para la conversión religiosa de los menores es necesario el acuerdo del padre y la madre.
La Corte le dio la razón a una mujer hindú que querelló a su marido por convertir a sus tres hijos sin informarle.
Pero casos como el de Loh continúan ocurriendo y a menudo las autoridades son acusadas de no hacer respetar la ley por temor de que las acusen de "antislámicas".
Grupos humanitarios dicen que la mayoría de los casos no son reportados, y solo se conocen cuando un padre acude a la justicia. Aunque la lucha es difícil.
"Me siguen poniendo obstáculos, ¿por qué lo hacen?", se preguntó Loh, cuyo origen es mixto, con un padre de origen chino y una madre de origen indio.
Fue criada por el lado materno de la familia, siguiendo la fe hindú.
Conoció a su esposo cuando estudiaba para ser chef y llegó a comandar un exitoso pequeño negocio.
Pero Loh dice que él comenzó a usar drogas y a maltratarla.
Tras un episodio especialmente violento en 2019, ella requirió atención en el hospital.
Un informe policial presentado por Loh indica que su esposo "me golpeó la pierna izquierda con un martillo y causó su fractura. También me golpeó la cabeza con una plancha de ropa, causando heridas".
El parte del hospital incluyó las denuncias de Loh sobre abusos y confirmó que fue atendida por una fractura en un tobillo.
Aseguró que el marido se llevó los niños cuando ella se recuperaba de las heridas.
La pareja se divorció pero el esposo ignoró la orden judicial de devolver los niños a la madre.
Posteriormente él se convirtió al islam y convirtió a los niños, según Loh y sus abogados.
Poco después fue encarcelado por cargos de narcotráfico pero dejó a los niños al cuidado de una organización islámica y Loh enfrentó una dura batalla por recuperarlos.
- "Poder y control" -
Con ayuda de grupos de defensa de los derechos humanos y abogados, finalmente se reunió con sus hijos en febrero, cuando la Alta Corte de Kuala Lumpur falló a su favor.
Su historia recuerda otros casos en que la esposa asegura haber sido agredida antes de que los hijos fueran convertidos.
Grupos humanitarios dijeron a AFP que los esposos abusivos o controladores a menudo figuran en casos de conversión unilateral, pese a que no hay suficiente evidencia para trazar un vínculo definitivo.
"Lo que resulta evidente es la privación de derechos de un padre cuando esto ocurre", señaló Lillian Kok, de la Sociedad de Acción Femenina. "Es un asunto de poder y control".
La saga de Loh no ha terminado. Sus abogados disputan en los tribunales la conversión de sus hijos, alegando que fue inconstitucional.
Pero para algunos musulmanes conservadores, no hay vuelta atrás ahora que los menores se convirtieron.
El abogado de Loh, A. Srimurugan, comentó que la mejor forma de frenar las conversiones es que el gobierno prohíba la práctica en lugar de dejarlo en manos de las cortes.
Pero duda que el gobierno lo haga por temor a perder apoyo entre algunos musulmanes.
"En casos como este, las víctimas finales son los niños", afirmó.
X.Rivera--LGdM