Desilusión ante un desfalleciente proceso de paz en Sudán del Sur
Cuando hace cinco años la familia de Tunda Henry huyó de la guerra civil, la idea era volver rápidamente a Sudán del Sur. Pero ahora, ante el estancamiento del acuerdo de paz y la persistencia de la violencia, teme que su familia jamás pueda retornar.
Sudán del Sur celebró el martes el segundo aniversario de la formación de un gobierno de unión nacional, que reúne al presidente Salva Kiir y al exjefe rebelde Riek Machar, en el marco de este acuerdo firmado en 2018.
Desde entonces, el país ha ido de crisis en crisis, luchando contra el hambre, las catástrofes climáticas, las violencias interétnicas, y las rivalidades políticas.
Algunas cláusulas del acuerdo de paz han quedado en letra muerta, suscitando la desilusión de muchos ciudadanos, como le ocurre a Tunda Henry.
"Soy infeliz" afirma este hombre, padre de cinco hijos, el único de su familia en no haber huido a Uganda.
En Juba, donde reside, Henry, de 40 años, vive atemorizado y no se atreve a ir a su pueblo.
"Hay gente que dispara en los caminos" relata, refiriéndose a su región, donde grupos rebeldes del Frente nacional de Salvación (NAS) - que no firmó el acuerdo de paz - siguen activos.
Durante este tiempo, las disputas políticas debilitan los avances logrados mediante el acuerdo de paz. Por ejemplo, Machar y Kiir no llegan a ponerse de acuerdo sobre la creación de un ejército unificado que congregue bajo mando único a sus respectivas fuerzas, antaño enfrentadas.
A menos de un año de las elecciones, Sudán del sur, independiente solamente desde 2011, corre el riesgo de volver a la guerra, como advirtió la ONU en febrero.
Entre 2013 y 2018, cinco años de guerra civil han costado la vida a unas 400.000 personas, y obligado a millones de dejar sus casas.
Para sobrevivir, Henry ejerce dos empleos: profesor - gana 35.000 libras sursudanesas (80 dólares) por mes, de los cuales más de la mitad es para el alquiler - y mototaxi.
- "Hartazgo de los donantes" -
Pese a tener riqueza petrolera, la economía de Sudán del Sur padece sobre todo la corrupción de la élite política. En septiembre, la ONU acusó a sus dirigentes de robar millones de dólares de las arcas del Estado.
Este país es de los más corruptos en el índice de la ONG Transparency International y depende enormemente de la ayuda internacional: según Estados Unidos, 75% de su población necesitaba ayuda humanitaria en 2021.
Además, 80% de los 11 millones de sursudaneses vive en la "pobreza absoluta", según datos del Banco mundial de 2018, y dos tercios padecen hambruna.
Los donantes internacionales, que proporcionan cada año centenares de millones de dólares en ayuda de emergencia, han rehusado pagar los costes engendrados por el acuerdo de paz, lo que ha irritado al gobierno de Sudán del Sur.
Pero los observadores internacionales están frustrados por la falta de voluntad política de los dirigentes sursudaneses en la implementación del acuerdo.
"Hay desde luego un hartazgo de los donantes" afirma a la AFP Christian Bader, embajador de la Unión europea en Sudán del sur. "Algunos (...) han observado que el dinero enviado no ha dado nunca los resultados esperados"·.
Ahora, son escasas las esperanzas de que este gobierno, enfrentado a conflictos internos, pueda realizar importantes progresos antes de las elecciones previstas el año próximo.
Las autoridades "deben conseguir que haya una Constitución, una ejército unificado, un sistema judicial y un proceso electoral" estima Boboya James, analista del Instituto de política social y de investigación (ISPR)basado en Juba.
D.Vasquez--LGdM