Compensación justa o conocimiento libre: genes secuenciados se cuelan en la COP16
Gran parte de la vainilla que hoy aromatiza helados y postres es artificial, derivada del genoma de una planta que antaño solo conocía una comunidad indígena mexicana.
La información genética secuenciada de la planta se utilizó como base para un nuevo aromatizante sintético que hoy compite con la vainilla cultivada en varios países, principalmente por pequeños agricultores.
Pocos o ningún beneficio del lucrativo avance científico han llegado a las comunidades de las que salió la planta en primer lugar.
"Los recursos genéticos silvestres y los productos farmacéuticos son un negocio multimillonario. Es evidente que son rentables, eso no se discute", asegura a la AFP Charles Barber, del grupo de reflexión Instituto de Recursos Mundiales (WRI).
"Una gran cantidad de información realmente valiosa ha entrado en el sistema procedente de la investigación y la utilización de recursos genéticos silvestres, en su mayoría de países en desarrollo. Actualmente no existe ningún mecanismo para compensar a las personas de donde procede esta información en forma de datos secuenciados digitalmente", agrega.
Gran parte de la información procede de países pobres.
El reparto equitativo de los beneficios derivados de los datos de secuenciación genética es dolor de cabeza para los negociadores de la cumbre sobre biodiversidad COP16, que el lunes entró en su segunda semana en Cali (Colombia).
En la última conferencia, celebrada en Montreal en 2022, 196 países partes en el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) de la ONU acordaron crear un "mecanismo multilateral para la distribución de los beneficios derivados del uso de la información de secuencias digitales (DSI) sobre recursos genéticos, incluido un fondo mundial".
Dos años después, aún deben resolver cuestiones básicas como quién paga, cuánto, a qué fondo y a quién.
- Barato y rápido -
El asunto es complejo. El intercambio de datos genéticos en plataformas de libre acceso es crucial para el progreso humano, por ejemplo en medicina y el desarrollo de vacunas.
Pero, ¿se puede cuantificar el valor de la información? ¿Cómo compensar los conocimientos de los primeros que descubrieron la utilidad de una planta?
"La tecnología de secuenciación ha avanzado tanto que se puede llegar con un dispositivo portátil un poco más grande que un teléfono móvil y, literalmente, secuenciar un genoma en una o dos horas y subirlo a la red a medida que se secuencia", declaró a la AFP Pierre du Plessis, experto en DSI y antiguo negociador para los países africanos en el CDB.
Estas secuencias genéticas se cargan en bases de datos que la inteligencia artificial puede explorar en busca de posibles pistas para el desarrollo de productos.
Se calcula que la DSI mueve cientos de miles de millones de dólares al año. Y hay mucho de eso ahí fuera.
"Una vez que la secuencia se introduce en una base de datos pública, por lo general, no se aplican obligaciones de reparto de beneficios", dice a la AFP en Cali Nithin Ramakrishnan, investigador de Third World Network, una ONG en defensa de los países en desarrollo.
"Cuando la información de la secuencia del sándalo está disponible en una base de datos, si India quiere compartir o no su sándalo con una empresa de cosméticos, no importa".
Así "se elimina la capacidad de India para regular el acceso al sándalo y obtener beneficios de él", agrega Ramakrishnan.
- Obligatorio -
Un punto de discordia en Cali es la exigencia de los países en desarrollo de que el pago por el uso de datos genéticos digitales sea obligatorio, quizá mediante un gravamen del uno por ciento sobre los beneficios.
También quieren garantías de beneficios no monetarios, como el acceso a vacunas producidas a partir de información genética tomada de virus y otros patógenos.
"Queremos una comprensión real, específica para cada sector, de los beneficios no monetarios que se compartirán, y queremos que el sistema sea obligatorio: los usuarios deben tener algún tipo de obligación de compartir los beneficios", asegura Ramakrishnan.
Otro punto conflictivo es el acceso de los pueblos indígenas y las comunidades locales a los fondos del DSI.
Los países en desarrollo quieren que la información de las bases de datos genéticos sea rastreable y "responda ante los gobiernos", señala Ramakrishnan.
Pero las naciones ricas y muchos investigadores se oponen a este modelo, que temen demasiado oneroso y con potencial para frenar actividades científicas en beneficio de toda la humanidad.
Con puntos de vista tan divergentes, los observadores dudan que la COP de Cali concluya con decisiones firmes sobre este asunto.
El Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) afirma que "parecen necesarias muchas más rondas de negociaciones" sobre la DSI.
"Creo que no todo se va a resolver aquí", añade Barber.
L.A. Beltran--LGdM