Jóvenes rusos "sin futuro" de Rostov del Don protestan con miedo contra la guerra
En una plaza céntrica de Rostov del Don una manifestación clandestina de jóvenes protesta contra la invasión de Ucrania, sin acercarse demasiado entre ellos, mirándose de reojo y atemorizados por los controles de la policía.
A primera vista en la plaza no hay ninguna concentración política. Sin embargo, estos jóvenes de una ciudad relativamente cercana a la frontera con Ucrania fueron convocados mediante la plataforma Telegram para protestar contra la guerra.
Después de una hora esperando, los manifestantes comienzan a reconocerse entre ellos y se acercan a hablar, reuniéndose en pequeños grupos. Sin ninguna pancarta ni ninguna consigna que los delate.
Pero la policía controla los documentos de quienes se quedan demasiado tiempo en un mismo sitio y también las acreditaciones de los periodistas, que además son fotocopiadas. En cuanto un reportero intenta sacar un micrófono algún agente vestido de civil se acerca.
Lejos de la situación de las grandes ciudades rusas como Moscú o San Petersburgo, donde hubo grandes protestas contra la guerra, pese a que la policía detuvo a cientos de personas, en esta localidad los manifestantes son pocos y están aterrorizados.
Con un café en mano, una joven pareja acepta hablar en cámara. "Si, por favor hablemos", dijo Nikolai Kovaschevich, de 30 años, técnico de un teatro.
- "No va a haber mañana" -
"Si amenazamos al mundo con nuestras armas nucleares, es un camino que no lleva a ninguna parte. Esto significa que no vamos a ningún lado. Que no hay futuro, que no va a haber nacimiento de niños, que no va a haber mañana", afirmó con el rostro lleno de emoción.
A su lado su pareja, Margarita Khaishbasheva, una joven de 29 años que tiene un canal de video en las redes sociales, señala la plaza semivacía.
"Todo el mundo está muy intimidado. Todo el mundo puede terminar preso o recibir duras multas que no pueda pagar", contó.
"Vivimos en un estado policial. La gente vive bajo el terror", se lamentó con la voz quebrada.
Un poco más lejos, Anton está parado solo. Prefiere no dar su apellido por motivos de seguridad. Antes de hablar con la AFP este estudiante de Literatura Inglesa de 23 años, pide una prueba de que el reportero trabaja para un medio, ya que teme que sea una trampa de la policía.
Después, pese a que un hombre con la cabeza rapada cubierta por un gorro negro se acerca y mira la escena sin disimulo y que un agente de policía efectúa un control de identidad, el estudiante permanece en su lugar y decide hablar.
"En mi círculo nadie está de acuerdo (con la invasión rusa contra Ucrania). Nadie quiere que la gente muera, pero solamente algunos de nosotros estamos dispuestos a hacer algo, a hablar, a ayudar. Los otros no", se lamenta el joven, originario del territorio ucraniano separatistas de Lugansk, a 200 kilómetros al norte de Rostov.
Nikola Zima, de 18 años, estudia Comercio. Cuando todavía era menor, participó en asambleas de apoyo al opositor ruso envenenado y actualmente preso Alexei Navalni.
El joven se declaró "listo para la guerra" si su país se lo pide. "Si somos atacados, sí, estoy listo para ir (...) pero no contra Ucrania y contra pueblos hermanos".
"Es una guerra insensata y estoy en contra. No puedo ser indiferente", agregó, sin dejar de otear la plaza.
Irina Aroyan, de 52 años, es la única en portar una pancarta. Se desplazó con su hijo adolescente y tiene un lazo con los colores azul claro y amarillo de la bandera ucraniana.
"Yo tengo vergüenza de mi país, de mi ejército, que no protege a nadie, que ataca a otro país", suspiró.
Antes era periodista independiente pero ahora se desempeña como profesora de inglés de jóvenes para poder "sobrevivir". En sus cursos les habla de política.
"Lamentablemente en Rusia solamente hay propaganda", se lamentó.
De sus diez alumnos, ocho se declararon a favor de la guerra, contó.
"Lamentablemente, en los jóvenes un 80% son víctimas de esta propaganda. No saben nada de lo que pasa en el mundo", indicó.
A.Cantu--LGdM