El Palacio de las artes de Leópolis es el cuartel general de la ayuda humanitaria ucraniana
El palacio de las artes de Leópolis (Lviv), es una colmena entre las 06H00 y las 22H00, cuando empieza a imperar el toque de queda en esta ciudad del oeste ucraniano: centenares de voluntarios recogen, seleccionan y distribuyen la ayuda humanitaria llegada de Ucrania y de Europa.
En el parking de este imponente edificio público, se han colocado centenares de cartones y generadores eléctricos. Acaba de llegar un enorme camión rojo, de 36 toneladas. De inmediato una cadena de brazos se organiza para descargar bolsas llenas de ropa, que será luego clasificada.
¿El futuro destino de estas donaciones? "¡Todas partes!" exclama Yuri Vyzniak, director del palacio de las artes.
Donaciones destinadas desde luego al ejército y a las fuerzas de autodefensa ucranianas, a las que se suministra alimentos.
Pero también destinadas a los millones de ucranianos, súbitamente golpeados por la guerra y desamparados, y a los miles de desplazados llegados a Leópolis, y que quieren entrar en la Unión europea.
"Ayer, por ejemplo, hemos enviado 50 autobuses, repletos de ayuda. Ayer enviamos 40 toneladas de ayuda humanitaria a Odesa (sur) y unas 10 toneladas a Jersón y también a Kiev" dice Yuri Vyzniak.
El "cuartel general humanitario", como lo llama, es su iniciativa. Lo fundó la mañana del 24 de febrero, "es decir dos a tres horas solamente después del inicio de los bombardeos de las fuerzas de ocupación rusas, este lugar ya había sido creado", asegura.
- "Primero la independencia" -
En la sala principal del inmueble, de 9.000 m2, la actividad es permanente. Inmensas bandejas de "vareniki", los raviolis ucranianos, circulan para alimentar a los voluntarios.
Yuri Vyzniak toma del brazo a Iryna Dudko, que lleva una cola de caballo tirada hacia atrás, y un papelito con la inscripción "voluntario" precipitadamente pegado a su pecho. Ella será la guía de la visita. En otra vida, es decir antes del 24 de febrero, era vendedora.
"Hoy, lo importante es la salud y la independencia", dice. "El trabajo es lo último".
El sistema está perfectamente engrasado. En el subsuelo, los medicamentos. En la planta baja, los alimentos y la recepción donde los desplazados pueden indicar sus necesidades. En el primer piso, en la sala de conciertos, se selecciona la ropa y los juguetes para los niños. Y en el segundo, todo lo necesario para los bebés, fundamentalmente pañales, clasificados por tamaños.
- Capital cultural -
En todas partes de Leópolis, una ciudad de fuerte identidad que reivindica ser capital cultural del país, florecen las iniciativas.
En un espacio artístico del centro de la ciudad, las veladas drum&bass y el arte contemporáneo han dado paso a la acogida de los refugiados, muchos de los cuales son albergados en los locales de un "barbershop" hipster.
La ayuda no se limita a los desplazados. Una anciana pasa, camino de la farmacia, y una joven la detiene: "Espere, señora, ya le hemos pedido sus medicamentos, aquí están".
En la iglesia grecocatólica de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, es el capellán militar Roman Mentukh quien se encarga de colectar las donaciones.
En esta iglesia cuyo altar está dedicado a los muertos del ejército ucraniano, las donaciones están exclusivamente destinadas a los soldados. En un rincón de la nave, bajo las pinturas del siglo 17, atuendos de camuflaje esperan a ser embarcados.
Roman Mentukh relata con emoción la misa que celebró la mañana del 24 de febrero, ante los parroquianos con lágrimas en los ojos, y se declara orgulloso. "La gente tuvo obviamente pánico al principio, pero ahora todos se organizan (...) Porque comprenden que la victoria depende de cada uno de nosotros".
B.Ramirez--LGdM