Un puñado de voluntarios, al rescate de los leones en Sudán
Antes, Kandaka yacía, hambrienta, en una pequeña jaula en Jartum, pero hoy mira a su camada de cachorros jugueteando en una reserva en plena sabana. Y todo gracias a un puñado de apasionados voluntarios en uno de los países más pobres del mundo.
En Sudán, Kandaka, el título de las reinas nubias que marcó la historia de la región en la antigüedad, está ahora unido a las manifestantes que se alzan contra los generales en el poder.
Esta leona de cinco años se levantó contra el hambre y el encierro. En enero de 2021, después de ocho meses de preparativos, fue liberada con dos machos del zoológico de Jartum, cuando todo el país acababa de hacer su "revolución", saliendo del yugo de décadas de dictadura militar islamista y de embargo internacional.
Deshidratados, estos poderosos felinos pudieron salvarse gracias a una campaña en línea. Desde entonces, el pequeño proyecto se amplió y la reserva de Al Baguir, que ahora los acoge -a una hora en coche de Jartum- cuenta hoy con 17 leones de seis meses a seis años, que gobiernan en más de cuatro hectáreas.
Todos los días, Othmane Salih, Moataz Kamal y una veintena de voluntarios se movilizan para distribuir los cinco a diez kilos diarios de carne necesarios a cada uno de estos felinos, así como a una pequeña manada de hienas que tienen su propio espacio a cielo abierto.
Desde el principio, este pequeño equipo de apasionados debe hacer malabarismos con los horarios, ya que todos tienen otro trabajo. Además, desde el golpe militar de octubre, deben rodear carreteras y puentes bloqueados por el ejército en cada manifestación antigolpe.
La gasolina es cara y el viaje es accidentado, pero "vengo todos los días porque me hace feliz", comenta Kamal, voluntario de 30 años. Este ingeniero de telecomunicaciones enamorado de los perros desde su infancia se unió al proyecto desde sus inicios.
En Sudán sufren hambre habitantes y animales
Allí se encuentran Scarface, gran macho de pelaje beige, y Al Tayyeb, un león que heredó el nombre de un voluntario que viajó recientemente a Uganda para reanudar sus estudios y convertirse en veterinario después de descubrir su pasión en la reserva.
También está Mansour, que significa ganador en árabe, porque sobrevivió al hambre, al zoológico y a la violencia en Sudán.
En el Parque Nacional Dinder, cerca de la frontera con Etiopía, hoy en guerra, sólo quedan unos 20.000 leones en estado salvaje, entre ellos un puñado en Sudán. Pero todos estos felinos son bocas que alimentar, explica Othmane Salih, fundador de la reserva, que fue personalmente a buscar a todos los leones en cautiverio de Sudán: tanto en el zoológico de Jartum como en casas de particulares.
Salih lucha todos los días -y a menudo pone la mano en el bolsillo como todos los demás voluntarios- para comprar más de 100 kilos de carne para los felinos. "Tenemos donantes en Sudán y en el extranjero, pero no es suficiente", dice a la AFP, sobre todo porque "ni el gobierno ni las empresas con las que nos hemos puesto en contacto han aceptado ayudarnos".
Porque en un país donde uno de cada tres habitantes depende de la ayuda humanitaria, recaudar fondos para cuidar animales es un reto.
"Hay muchos sudaneses que tienen hambre, así que toda la ayuda va para ellos, son la prioridad y es normal", afirma Salih.
F.Castillo--LGdM