Nazanin Zaghari-Ratcliffe, el sabor de la libertad tras el infierno de una prisión iraní
Detenida durante seis años en Irán donde vivió el infierno de ser encarcelada, la británico-iraní Nazanin Zaghari-Ratcliffe se dispone a reencontrarse con su marido y su hija pequeña en Londres al término de un combate infatigable por su liberación.
Esta responsable de proyectos de 43 años que trabajaba para la fundación Thomson Reuters, rama filantrópica de la agencia de noticias del mismo nombre, fue "entregada" el miércoles a las autoridades británicas tras años de pesadilla.
Su vida dio un giro el 3 de abril de 2016, cuando fue detenida junto a su hija Gabriella, que entonces tenía dos años, en el aeropuerto de Teherán, donde había ido a visitar a su familia.
Acusada de conspirar para derrocar al régimen islámico, cargo que siempre negó, fue separada de su hija, cuyo pasaporte británico fue confiscado. En septiembre de ese mismo año esta mujer con doble nacionalidad fue condenada a cinco años de cárcel.
Fue el principio de un largo calvario, marcado por duros periodos de aislamiento en celdas sin ventanas, con huelgas de hambre y privación de atención médica. Durante más de un mes durmió con la misma ropa y pensó en el suicidio.
"La cárcel fue algo muy duro" para ella, que "siempre ha tenido un sentido agudo de la lealtad y la justicia", explicó a la AFP su marido, Richard Ratcliffe, contable residente en el norte de Londres.
Las visitas de Gabriella, de quien tenía una fotografía en su celda de la prisión de Evin en Teherán, permitió a esta mujer antaño alegre aferrarse a la vida pese a verse sumida en la depresión.
En marzo de 2019, el gobierno británico le concedió su protección diplomática. Pero antes Boris Johnson, que era entonces ministro de Relaciones Exteriores, cometió un grave error diplomático al afirmar a finales de 2017 que Zaghari-Ratcliffe formaba a periodistas en Irán -lo que ella negó- dando argumentos a Teherán para retenerla.
- "Dolor inconmensurable" -
En octubre de 2019, Zaghari-Ratcliffe sufrió un nuevo drama: Gabriella, que desde la detención de su madre vivía en casa de sus abuelos maternos en Irán, regresa a Londres con su padre para ser escolarizada. "Mi dolor es inconmensurable", escribió entonces la mujer.
Nazanin intenta llenar el vacío llamando cada día por vídeoconferencia a la pequeña desde la casa de sus padres, donde es puesta en arresto domiciliario en marzo de 2020 debido a la pandemia de covid-19.
Pero la excarcelación es seguida por una nueva decepción: a diferencia de otros presos no es amnistiada.
Muy al contrario, en abril de 2021, tras haber cumplido su condena, es condenada de nuevo a un año de reclusión por haber participado en 2009 en una manifestación frente a la embajada de Irán en Londres.
En opinión de su esposo, Nazanin es claramente una "rehén" del juego político en torno a una vieja deuda de 400 millones de libras (520 millones de dólares, 475 millones de euros) pendiente en el Reino Unido por un antiguo contrato de armamento.
Ratcliffe nunca abandonó el combate por la liberación de su esposa, a la que conoció en 2007 en Londres adonde ella había viajado para proseguir sus estudios. Para alertar sobre su suerte, hizo dos veces huelga de hambre.
La británico-iraní estudió literatura inglesa en la universidad de Teherán y trabajó en Irán para oenegés, como la Cruz Roja, y para la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Una vez en el Reino Unido, colaboró con BBC Media Action, una asociación vinculada al grupo audiovisual, antes de entrar a trabajar para Thomson Reuters.
En una carta a su marido publicada un año después de su detención, había expresado su decepción respecto a Irán, del que estaba tan "orgullosa" pero que les privó de la "posibilidad de vivir los años dorados" de su hija.
A.Munoz--LGdM