Kramatorsk, en el este de Ucrania, celebra el Domingo de Ramos ortodoxo en calma precaria
Normalmente los bombardeos retumban a lo lejos, en la línea del frente. Pero este Domingo de Ramos en el rito ortodoxo, los habitantes de Kramatorsk, ciudad del este de Ucrania bajo la amenaza de una ofensiva rusa, disfrutan de una calma precaria.
En la iglesia ortodoxa Svyato-Pokrovsky, las filas tienen escasos fieles. Unas cuarenta personas están ahí, entre ellos una mayoría de mujeres con bufandas coloridas.
"Es duro, muy duro y terrorífico ahora", dice una mujer al llegar frente al edificio de ladrillos rojos con cuatro cúpulas doradas.
"Debemos orar para que nuestros soldados tengan fuerza y fe, es necesario. Tenemos necesidad y ellos también", dice a la AFP, y rechaza dar su nombre.
Dos niños regresan de la iglesia con su madre. Con ramos en la mano, vienen a prender un cirio, y luego vuelven a salir.
"Hoy es una gran fiesta, el domingo de ramos. Hubiera sido un error no venir, especialmente cuando hay calma", dice Nadia, de 30 años, cuyos niños de 3 y 4 años se van a jugar a un pequeño parque al lado de la iglesia.
Ella no quiso ser evacuada pues "da miedo irse sin
"No vamos siempre a un sótano cuando hay señal de saber a dónde y sola con dos niños. Aun son pequeños para moverse a cualquier parte. Todos mis familiares están aquí", señala. alerta. Es muy cansador para ellos. Tenemos un lugar en el sótano, pero preferimos quedarnos en la casa si es posible. Bajamos la luz", señala.
En el centro de la ciudad, viejos trolebuses circulan aun. cerca de la estación, cerrada desde el ataque el 8 de abril que causó 57 muertos, habitantes conversan en la acera en pequeños grupos.
Varios llevan bolsas con las compras en la mano. Algunas tiendas de alimentos están abiertas, como el "Miracle Market", un supermercado cerca del centro. Algunas estanterías están vacías, pero hay muchos clientes deambulando entre ellas.
Igor Kudryavtsev, el joven gerente, está satisfecho de poder rendir servicio a los que se quedaron a vivir en Kramtorsk. La gran mayoría de los 150.000 habitantes abandonaron la ciudad, capital ucraniana de Donbas.
"Nuestra ganancia no es tan buena (como antes de la guerra), pero tenemos la responsabilidad de quienes se quedaron o los que están abandonados. Personas mayores en gran parte que por cualquier razón, no pudieron irse", dijo el responsable.
- "Sin ganas de irse" -
Solo una de las ocho tiendas de la cadena presente en la ciudad tuvo que cerrar, por falta de personal. Pan, carne, legumbres, abarrotes, queso, té... : "Tenemos todos los productos que necesitamos. No hay ningún problema de suministro", asegura.
En una estantería casi vacía, una empleada ordena las bolsas de bonbones. "Es lo que se va más rápido, con el té", afirma.
En el gran mercado del centro, la mayoría de las tiendas cerraron, pero muchos habitantes circulan por ahí.
"Es difícil, pero seguimos trabajando. Tenemos la mitad de nuestros clientes habituales", dice Yelena, tras su pequeño puesto de ropa.
¿Por qué no se fue de la ciudad?
"Tengo mi propia casa, trabajé duro, no me cambiaré a ningún lado. Mi padre tiene 80 años, no voy a abandonarlo. Despacio, pero con seguridad seguiré trabajando", señaló.
"Creo en nuestros hombres (en el frente), creo en Ucrania", asegura la vendedora, de 51 años.
Más lejos, cigarillo en los labios, Sergiy vende legumbres y frutas. Los negocios son difíciles. Pero él tampoco se irá.
"No tengo a donde irme aunque quisiera. No tengo ganas de irme. Claro, era mejor antes (de la guerra). Cuando había calma, uno trabajaba y vivía bien", dice.
¿Y si los rusos llegan a Kramatorsk? "Honestamente trabajaré todo el tiempo que pueda", dijo.
Cerca de la estación un enorme camión militar con un remolque pasa lentamente por la plaza.
Lleva un impresionante cañón de artillería de 203 mm. El alcance de esos obuses es de unos 40 km, la distancia que separa la ciudad de las líneas del frente.
A.Soto--LGdM