Yazidíes retornan a campos de refugiados tras intensos combates en Sinjar
Joundi Khodr Kalo es policía en un pueblo de la región de Sinjar (norte). Cuando estallaron los enfrentamientos entre los combatientes yazidíes y el ejército iraquí, tuvo que abandonar su tierra una vez más, como miles de personas.
La mayoría de los 10.000 desplazados que han sido acogidos en los últimos días en el Kurdistán iraquí, en el norte de Irak, ya habían probado en el pasado las precarias condiciones de vida de los campos. Con la llegada en 2014 del grupo Estado Islámico (EI) ya habían tenido que huir de Sinjar, el hogar histórico de la minoría yazidí.
"La última vez nos desplazaron por miedo al EI. Estuvimos seis años en un campamento", recuerda Kalo, de 37 años, que llegó el 2 de mayo con su mujer y sus cinco hijos al campamento de Chamishko, cerca de la ciudad de Zakho.
Hacía sólo dos años que había regresado a su pueblo. "A pesar de las dificultades, conseguíamos salir adelante en el día a día", suspira. "Pero últimamente la situación se había deteriorado".
El ejército iraquí se enfrentó a las Unidades de Resistencia de Sinjar, facción armada afiliada a los rebeldes kurdos turcos, el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), durante dos días de combates inusualmente intensos, el 1 y 2 de mayo.
Pero la región ya vive desde hace tiempo al ritmo de las escaramuzas. "Oíamos disparos y explosiones todos los días, y temíamos por nuestras familias", dice Kalo.
- "Sobrepoblación" -
La minoría yazidí, una comunidad de habla kurda adepta a una religión monoteísta esotérica, ha sido perseguida durante siglos por sus creencias. Y en los últimos años ha sufrido toda la fuerza de la violencia del EI.
En el campamento de Chamishko, más de 22.000 refugiados viven en tiendas de campaña y duermen sobre delgados colchones tendidos en el suelo.
Cerca de las oficinas de la administración, decenas de hombres y mujeres hacen fila frente a un camión que distribuye alimentos. Un kilo de azúcar, té, arroz, harina y leche para una semana.
1.711 familias del Sinjar -- 10.261 personas -- llegaron la primera semana de mayo al Kurdistán. Actualmente, 964 familias viven en campamentos de refugiados, los demás fueron acogidos por familiares.
"Los campos están sobrepoblados y existe el riesgo de que se limite el acceso a los servicios básicos, debido a la disminución de la ayuda humanitaria", dijo a AFP el portavoz del ACNUR, Firas al-Khateeb.
Según las autoridades iraquíes, la calma ha vuelto a Sinjar. Pero el último estallido ilustra las tensiones latentes en una zona en la que intervienen multitud de actores.
- "No volveremos" -
Las Unidades de resistencia de Sinjar acusan al ejército de querer tomar el control de su región.
El ejército quiere hacer cumplir el acuerdo negociado por Bagdad con el Kurdistán iraquí, que estipula la retirada de los combatientes yazidíes y del PKK.
Sinjar también es escenario de incursiones aéreas esporádicas de la vecina Turquía contra bases del PKK, grupo clasificado como "terrorista" por Ankara.
Los yazidíes son víctimas colaterales.
Zaim Hasan Hamad, de 65 años, huyó una primera vez de Sinjar por "los ataques del EI". Hoy, con sus hijos y nietos, está en Chamishko.
"Si no se nos garantiza la seguridad y la estabilidad, esta vez no volveremos a Sinjar. No podemos volver y ser desplazados cada vez", dice.
A.Cantu--LGdM