Los campos incendiados en el este de Ucrania delatan el avance de los rusos
El profesor de biología ucraniano Oleksiy Poliakov lee un libro en su sótano intentando ignorar que afuera llueven los morteros rusos en una pradera que está en la línea del frente.
Fuera del refugio, un bombero con su camión intenta surcar un camino golpeado por los bombardeos rusos desde la mañana para apagar un incendio en una colina provocado por las explosiones.
Oleksiy, de 84 años, deja el libro que está leyendo y sale para estimar la distancia a la que están las llamas.
Todavía parecen lejanas y el bombero se acerca a la colina incendiada, pero también al ejército ruso.
Un nueva explosión atronadora obliga a Oleksiy a refugiarse bajo tierra con su mujer Galina.
"Nos quedamos aquí a la espera de que nuestros muchachos (los soldados ucranianos) lancen una contraofensiva y avancen", explicó Galina, de 81 años, en medio de sacos de patatas y de pepinillos en conserva.
Sydovi, la localidad donde vive Oleksiy en este de Ucrania está justo en la línea del frente y concentra los combates.
"Cuando la línea del frente se aleje vamos a ser libres", dijo el profesor.
- "Salir corriendo" -
En el terreno, los soldados ucranianos despliegan una férrea defensa de Járkov pero se están retirando de grandes extensiones del frente este, después de varias semanas de combates en torno a pequeñas localidades, que muchas veces quedaron completamente destruidas por las bombas.
En los campos una columna de humo blanco se eleva como testimonio de avance de los rusos.
"Yo le digo a todo el mundo que no hay motivo de inquietarse cuando los ruidos de las explosiones vengan" de los ucranianos, declaró a la AFP Volodimir Netimenko, que trabaja en el sector de la construcción y que va a ayudar a su hermana a salir lo antes posible de Sydoriv.
Pero si son los rusos los que atacan "¡Entonces hay que salir corriendo!", afirmó.
- "Mi guerra" -
Cerca del sótano de Oleksiy, Yaroslava, una voluntaria del ejército está sentada en el pavimento, entre los escombros de una escuela bombardeada el día antes por los rusos.
La mujer de 51 años sabe que la unidad donde combatía su marido estaba acampando en la escuela horas antes del bombardeo.
Yaroslava no puede impedir mirar hacia el lugar donde los socorristas rescataron una mano durante la noche. Todavía no tiene ninguna noticia sobre su marido.
"Nosotros vivíamos en Londres antes de la guerra, pero tuvimos el sentimiento que no teníamos otra opción que regresar", contó.
Sus dos hijos acaban de firmar un contrato de tres años con el ejército.
"Nosotros vamos a luchar, vamos a seguir luchando", afirmó. "Mi guerra no ha terminado", aseguró.
- "Muchos habitantes prorrusos" -
Los rusos intentan desde hace más de un mes de avanzar hacia el sur por las orillas de un río sinuoso. Uno de los intentos lanzados la semana pasada por la localidad de Bilogoriv se saldó con un fracaso y las tropas de Moscú perdieron decenas de blindados y una cifra no determinada de soldados.
Pero las tropas de Moscú han tenido más suerte en los bosques y las colinas que rodean la localidad de Sydoriv.
Si los rusos logran hacerse con esta posición, van a tener una vía abierta para llegar a la ciudad de Slovyans y al centro administrativo del este ubicado en Kramatorsk.
Ambas localidades son atacadas casi todos los días por tiros de misiles de largo alcance que ya han destruido varios depósitos de armamento.
Lo que preocupa a muchos en la región es cómo saben los rusos dónde atacar.
Para Oleksandr Pogasiy el ataque a una escuela que estaba vacía donde venían de instalarse militares como el marido de Yaroslava es una prueba.
"Aquí hay muchos habitantes prorrusos", afirmó. "Los chicos venían de llegar y fueron atacados".
D.Quate--LGdM