"Todo ardía alrededor", cuentan sobrevivientes nonagenarias del gueto de Varsovia
Los nazis habían instaurado la muerte, el terror y el hambre dicen dos sobrevivientes nonagenarias del gueto judío de Varsovia al recordar la insurrección contra las tropas alemanas ocurrida hace 80 años.
"Sentí que todo ardía a mi alrededor", cuenta Krystyna Budnicka, de apellido original Kuczer, de 90 años, al evocar la insurrección de abril de 1943.
"Se sentía el calor de los muros que no podíamos tocar (...) como en un horno de pan", dice a la AFP en Varsovia, ciudad donde vive aún.
El gueto de Varsovia fue creado por los alemanes un año después de la invasión de Polonia en 1939.
En un poco más de tres kilómetros cuadrados, los nazis hacinaron hasta 450.000 judíos, para exterminarlos a golpe de hambre y enfermedades, o deportarlos hacia los campos de la muerte de Treblinka, a 80 kilómetros al este de Varsovia.
El 19 de abril de 1943, centenares de combatientes judíos atacaron a los nazis, prefiriendo morir combatiendo con las armas en vez de emprender el camino de las cámaras de gas.
A comienzos del levantamiento, unos 50.000 civiles se escondían todavía en sótanos y búnkeres.
Los alemanes reprimieron la insurrección y prendieron fuego al barrio.
- Había que hacerles daño -
Cuando estalló la insurrección, Budnicka tenía diez años y vivía ya desde hace varios meses en un búnker construido por sus hermanos bajo un edificio en el centro del gueto. Toda su familia de diez personas, así como otros, se escondían en espera de sobrevivir al terror alemán.
"Me sentía débil, impotente, abatida, invadida por la fatiga, recuerda, como si todo ocurriera fuera de mi. Abrazaba a mi madre estrechamente, tenía miedo, hambre, estaba débil, era el hambre lo que nos hacía sentir fatigados ( ...) Nada dependía de mi", relata.
Cuando comenzó la revuelta, Halina Birenbaum vivía también con su familia en un bunker "con la esperanza de que la guerra terminara y saliéramos".
Se quedó bloqueada bajo tierra durante tres semanas "sólo con agua, azúcar y un poco de mermelada", dice esta mujer de 93 años que vive en Israel.
"Debíamos permanecer en silencio, sentíamos el humo pues los alemanes quemaban el gueto, calle tras calle", recuerda.
"Esta revuelta era suicida, no podíamos ganar, pero había que hacerles daño" a los nazis, insiste Birenbaum.
Finalmente, su familia fue denunciada y tuvo que huir del búnker.
En la superficie "ya no quedaba nada del gueto", subraya.
Enviada con su familia al campo de Majdanek, fue trasladada luego al campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau y después al de Ravensbrück.
La señora Budnicka huyó del bunker por las alcantarillas. Debilitados e imposibilitados de caminar, sus padres, acompañados de su hermana, se quedaron para siempre.
"Mamá me dijo que siguiera adelante (...) Considero lo que me dijo como el testamento significativo de que debía seguir y vivir", señala.
Salida de las alcantarillas, estaba extenuada de fatiga y hambre. "Tuve que volver a aprender a caminar, pues estuve bajo tierra durante ocho meses" sin moverme, recuerda.
Toda sus familia más cercana murió durante el Holocausto. "No los lloré, porque ya no tenía lágrimas", cuenta.
- Y pese a Hitler, "sigo viviendo" -
Desde hace años, ambas mujeres ofrecen el testimonio de su destino especialmente a los jóvenes.
"Tras la guerra me dije que lo ocurrido no podía volver a suceder, que el mundo había aprendido algo", indica Budnicka, "pero muy pronto me di cuenta de que sí" podía volver a ocurrir.
"Ningún niño del mundo merece tal suerte (...) ¿Por qué tuve que sufrir eso? ¿Porque a un tipo como Hitler no le gustaba que un niño judío sobreviviera y se imaginó que había que matarlo?", dice... "pero yo sigo viviendo", pese a él, agrega.
Desde 1986, Birenbaum viaja al sitio del campo de Auschwitz. El 18 de abril, participará en la Marcha de los vivientes, organizada desde hace años, en homenaje a las víctimas del Holocausto.
"Es importante contar y decir que la guerra y el odio para con los otros envenena todo", puntualiza.
"Digo a los jóvenes que la vida está por sobre todo, cada día, cada minuto, cada instante cuenta, hay que conservar la esperanza, combatir para vivir, para ser libre".
Y.Mata--LGdM