La Gaceta De Mexico - Las señales del Antropoceno, desde los ensayos nucleares a los microplásticos

Las señales del Antropoceno, desde los ensayos nucleares a los microplásticos
Las señales del Antropoceno, desde los ensayos nucleares a los microplásticos / Foto: © Nasa/AFP/Archivos

Las señales del Antropoceno, desde los ensayos nucleares a los microplásticos

Los científicos que trabajan desde hace más de una década sobre el Antropoceno escrutan las marcas que el ser humano ha dejado en el planeta, desde los ensayos nucleares hasta los microplásticos.

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¿Hay algún lugar en el mundo que no haya sido impactado por la actividad humana?

Jan Zalasiewicz, un geólogo británico al frente del Grupo de Trabajo sobre el Antropoceno, que entregará sus conclusiones este martes, hace una pausa antes de contestar.

"Es difícil pensar en un lugar más remoto" que el glaciar Pine Island en la Antártida, contesta en entrevista con la AFP.

Sin embargo, cuando los científicos perforaron en las profundidades del glaciar hace unos años, encontraron rastros de plutonio.

Son las huellas de los ensayos de armas nucleares que comenzaron en 1945.

Zalasiewicz dijo que estos radionúclidos representan quizás "la señal más clara" del comienzo de la época del Antropoceno, hacia mediados del siglo XX.

Pero "hay mucho donde elegir", agrega.

Se espera que este martes el Grupo de Trabajo sobre Antropoceno anuncie la ubicación del sitio que a su juicio demuestra más claramente el impacto del ser humano.

Sin embargo, el anuncio no convertirá al Antropoceno en una unidad de tiempo geológico oficial por el momento, ya que los geólogos de todo el mundo siguen examinando pruebas y debatiendo.

- El peso de la humanidad -

El rápido aumento del dióxido de carbono y de gases de efecto invernadero que están calentando el mundo es otra prueba incriminatoria, según los científicos que defienden la denominación Antropoceno.

Muchas cosas cambiaron "una vez que los humanos desarrollaron la tecnología para extraer del suelo la luz solar fosilizada, en forma de petróleo, carbón y gas", dijo Zalasiewicz.

Los humanos han consumido más energía desde 1950 que la que se utilizó en los 11.700 años anteriores, estiman los científicos del grupo de trabajo.

El suelo ha sido utilizado masivamente para alimentar a la Humanidad, al mismo tiempo que se creaban granjas de animales.

Los humanos y su ganado constituyen el 96% de la biomasa de todos los mamíferos terrestres del planeta y los mamíferos silvestres representan solo el 4%, calcularon los investigadores en 2018.

Los pollos de crianza representan dos tercios de la biomasa de todas las aves, explica Zalasiewicz.

Los humanos también desorganizaron la distribución de especies, introduciendo especies invasoras como las ratas incluso en las islas más remotas del Pacífico.

- Tecnofósiles, productos químicos imperecederos -

En 2020, los investigadores estimaron que la masa de todos los objetos construidos por humanos ya ha superado el peso de todos los seres vivos del planeta.

Los investigadores del Antropoceno bautizaron a estos objetos como "tecnofósiles".

Las sucesivas generaciones de teléfonos móviles, que rápidamente se vuelven obsoletos, son solo un ejemplo de un tecnofósil que "será parte del registro del Antropoceno", dice Zalasiewicz.

Se han detectado microplásticos en los picos más altos del planeta y en el fondo de los océanos más profundos.

Las sustancias llamadas PFAS o "productos químicos eternos", creadas para fabricar productos como utensilios de cocina antiadherentes, se hallan igualmente desperdigados por todo el planeta.

Pesticidas, fertilizantes, niveles crecientes de nitrógeno o fósforo, incluso los esqueletos humanos enterrados: la lista de marcadores potenciales del Antropoceno es larga.

Los científicos aseguran que dentro de cientos de miles de años todos estos marcadores ofrecerán señales claras de nuestro paso por el planeta.

El paleontólogo británico Mark Williams, miembro del Grupo de Trabajo del Antropoceno, considera que la idea de una extinción masiva "está encima de la mesa", opinión que comparten los climatólogos más alarmados.

A.Gonzalez--LGdM